Hay meses en los que ahorrar se convierte en más que una necesidad. El invierno llega y acarrea más gastos que el resto de meses del año en lo que a consumo de suministros del hogar se refiere. Se tiende a estar más en el hogar, la calefacción es parte del día a día y todo ello tiene repercusión en la factura final de los suministros de luz y gas.
Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) la calefacción se lleva el 47% del consumo total de un hogar, mientras que la iluminación y los electrodomésticos representan el 23,5% del mismo. Electricidad y calefacción por tanto se postulan como dos gastos muy importantes dentro del hogar y a los que hay que dedicar gran parte del presupuesto. Tanto es así que según los últimos datos de la Encuesta de Presupuestos Familiares del Instituto Nacional de Estadística (INE), estas dos partidas se incluyen dentro del mayor grupo de gasto –vivienda, agua, electricidad y combustibles– que tiene un peso económico de 8.964 euros al año.
Pero para poder reducir esa gran cantidad gastada al año, no hace falta realizar grandes sacrificios ni grandes reforman que hagan de tu hogar un búnker, sino que con pequeñas reformas y gestos puede ser suficiente para ver cómo la factura es más reducida en la medida que sea posible y el ahorro es una realidad cuyo importe podrá ser dedicado a lo que más desees.
¿Qué cambio?
- Aislamiento. El objetivo es que una vez que la calefacción esté puesta, no haya forma de que el frío entre ni de que el calor se escape. Un muy buen primer paso es cambiar las ventanas o invertir en la llamada “doble ventana”. Se trata de poner una barrera más al frío. Si esta opción no fuese económicamente posible, existen mecanismos con los que conseguir un mayor aislamiento, como por ejemplo sellar con silicona aquellas rendijas existentes o utilizar burletes que sirven tanto para ventanas como para puertas.
- Electrodomésticos eficientes. Hay electrodomésticos y aparatos que son indispensables hoy día, como por ejemplo el frigorífico, y otros que nosotros mismos hemos hecho que lo sean, como por ejemplo la televisión, el microondas o el ordenador. De cara al ahorro, los electrodomésticos que consuman menos y que sean más eficientes en su uso serán los más adecuados. Por ello, puede resultar interesante invertir en electrodomésticos que tengan una calificación energética A+, A++ o incluso A+++. En el caso de aparatos que no tengan obligación de llevar dicha calificación de eficiencia energética, su propia etiqueta será la encargada de desvelar cuál es el consumo del aparato.
- Sí a reguladores y temporizadores. Hoy día son múltiples los gadgets que hay para hacer más eficiente el consumo de un hogar. Existen reguladores de temperatura de la calefacción que son capaces de funcionar a distancia mientras no estás en casa o bien temporizadores de electricidad que activan o desactivan luces y aparatos a determinadas horas. Lo que está claro es que la tecnología está a nuestro favor y ayuda a ahorrar a la larga aunque en un primer momento suponga una inversión inicial más o menos alta.
De igual modo, también conviene revisar las instalaciones tanto de gas como de luz, así como estudiar y analizar si la potencia de luz contratada es la que precisamente necesita la vivienda, ya que en caso de que no sea así, se estará pagando de más por un servicio que no se necesita. Con las recientes reformas en cuanto al sistema de fijación de precios de la luz, son muchas las compañías que pueden ofrecer una tarifa más barata o incluso una tarifa plana que es recomendable ver si podría resultar ventajosa.