Obtiene ABB en el índice que elabora el Consejo Mundial de la Energía y baja del 9 al 15 puesto en el ranking por los altos costes energéticos.
El aumento de la demanda mundial de energía va a exigir un gran esfuerzo inversor.
España ha perdido la calificación AAA que ostentaba hace un año y que le permitió alcanzar la novena posición en el ranking mundial de la energía que elabora todos los años el Consejo Mundial de la Energías (WEC por sus siglas en inglés) y con una calificación de ABB cae al puesto número 15 en la edición de este año del índice energético Trilema, principalmente por los altos coste de la energía.
El índice que elabora el WEC valora fundamentalmente tres factores de la energía en un total de 129 países: la sostenibilidad medioambiental, la seguridad energética y la accesibilidad de la población a la energía, factor en el que priman los costes de la energía. En la edición de este año, España se mantiene en sostenibilidad, donde ocupa el puesto 24, un escalón más abajo que en 2013, pero baja bastante en los otros dos factores. En seguridad energética desciende desde el puesto 22 al 37, y en el de accesibilidad de la población a la energía se hunde al bajar del puesto 16 al 46.
En el índice también ponderan, aunque en menor medida, otros tres factores que valoran la situación política, social y económica de cada uno de los países. En los dos primeros, España se mantiene, ya que pierde cuatro puestos en la situación política y pasa del 40 al 44, mientras que en la situación social gana dos puestos y se aúpa hasta el 22. En el ranking que valora la situación económica, sin embargo, pierde 12 puestos y baja desde el 25 al 37.
El informe advierte que este año España experimenta un deterioro de la seguridad energética y de la accesibilidad de los españoles a la energía debido a los altos precios de la luz y el gas. Según el WEC, España es uno de los mayores importadores de energía del mundo (la dependencia de nuestro país en petróleo y gas es total, y en carbón es del 84%), mantiene un mix eléctrico diversificado y aumenta sus reservas estratégicas de petróleo, aunque unas pérdidas más altas en la distribución de la electricidad hacen que su seguridad energética se deteriore.
En lo que hace referencia a la accesibilidad y asequibilidad de la energía, el informe llama la atención sobre los precios de los combustibles y de la electricidad, indicando que sería necesaria una supervisión más estricta. En cambio, en lo que hace referencia a la sostenibilidad medioambiental, el informe valora positivamente la situación de España por su mix energético, en el que la nuclear y las renovables tienen un peso del 20% cada una, al que si se suma el 11% que aporta la hidroeléctrica, arroja un balance positivo en el que predominan las fuentes de energía no contaminantes.
El informe considera que el Gobierno español mantiene su compromiso con la energía baja en carbono y las renovables, lo que le permite cumplir de una manera más eficaz su objetivo de reducir las emisiones de CO2, convirtiéndose en un productor más respetuoso con el medio ambiente. Por el contrario, llama la atención sobre el problema del déficit de tarifa, aunque valora positivamente la reforma energética, que considera que sirve para mantener el compromiso con el triple objetivo de mejorar la seguridad del suministro, aumentar la competitividad y garantizar la sostenibilidad del medio ambiente.
El informe concluye el apartado dedicado a España señalando tres aspectos en los que España debería centrar sus esfuerzos para superar lo que la WEC destaca como grandes desafíos de España en materia energética. A saber: la mejora de las interconexiones eléctricas y gasísticas con el resto de los países miembros de la Unión Europea; el rejuvenecimiento de un parque nuclear demasiado envejecido y la reducción del déficit de tarifa eléctrico.
En lo alto de la tabla
Suiza, Suecia, Noruega, Reino Unido y Canadá encabezan la clasificación mundial sobre seguridad, costes y sostenibilidad de sus fuentes de energía, en un contexto en que las necesidades de inversión son cada vez más “críticas”, indicaron los responsables del WEC en su informe. Joan MacNaughton, presidenta del organismo, explicó que, a medida que “los gobiernos limitan su gasto en un contexto de difíciles condiciones económicas” se podría “poner en riesgo la capacidad de los países para ofrecer energía de manera sostenible, confiable y asequible”.
En sus cálculos, el informe “El Trilema global de la energía: hora de ponerse serios” apunta a que el alza de la demanda energética global va a exigir grandes inversiones y unas necesidades de financiación, por tanto, que alcanzarán los 1,7 billones de dólares en infraestructuras y eficiencia energética al año, y que se elevarán a 2,5 billones anuales en 2035 para hacer frente a las exigencias de una población creciente. En total, serán 40,2 billones de dólares en infraestructuras y otros 8 billones adicionales en eficiencia entre 2014 y 2035.
En seguridad, lideran el ránking Canadá, Rusia y Catar; en costes, Canadá, EEUU y Australia; y, en sostenibilidad medioambiental, Suiza, Costa Rica y Albania. El WEC recalcó, además, que dos países, México y Emiratos Árabes Unidos, han mostrado reformas positivas, a la vez que otros, como Colombia y Filipinas, han registrado notables avances en la sostenibilidad energética.